lunes, 9 de noviembre de 2009

El atentado a Antonio Maceo en Costa Rica

Por:Yolanda Díaz Martínez

Siempre en la mira de las autoridades españolas, quienes no le perdían pies ni pisadas, el general Antonio Maceo fue víctima de varios intentos de asesinato. Para la Metrópoli no resultaba desconocido todo lo que su personalidad significaba y eliminarlo era quitarse un gran enemigo de encima.

Uno de esos hechos acaeció en la noche del 11 de noviembre de 1894, a la salida del teatro Variedades, ubicado en la capital de Costa Rica.

A principios de 1891 Maceo se había trasladado a esa nación centroamericana con el propósito inicial de constituir una colonia agrícola integrada por cubanos. Allí podrían encontrar abrigo todos los interesados en continuar la lucha, pues además de ser centro de producción constituiría base de operaciones para sus actividades revolucionarias.

España, por medio de sus representantes diplomáticos en ese país, también influyó y presionó para que al General se le concediera el terreno, pues permitiría tenerlo mejor localizado y así redoblar el espionaje sobre su persona.

Surge así, en la costa del Pacífico costarricense, la colonia Nicoya. Allí se reuniría numeroso grupo de patriotas cubanos, entre los que se encontraban José Maceo, Flor Crombet y Agustín Cebreco.

Su tesón y el de sus compañeros convirtieron aquel lugar desértico e improductivo en una próspera colonia agrícola.

El propio José Martí, cuando lo visitó allí para en su condición de Delegado del Partido Revolucionario Cubano coordinar la futura guerra, se sintió impresionado por los resultados del sitio y la armonía en que vivían todos.

Pero a los intereses españoles no les resultaba suficiente tener localizado a Maceo y poder ejercer sobre él estrecha vigilancia. Su eliminación era cuestión primaria.

La enérgica réplica realizada por Enrique Loynaz del Castillo desde las páginas del periódico La Prensa Libre a un artículo sobre el bandolerismo que injuriaba a los cubanos, desencadenó la ira de los residentes españoles en San José.

Reunidos en el consulado ibérico los más poderosos comerciantes juraron tomar represalias, tanto sobre Loynaz como contra Maceo.

Las autoridades costarricenses tuvieron noticia de la trama que se planeaba y dieron instrucciones para evitar cualquier alteración del orden e impedir la planificada agresión. Sin embargo, los hechos demostraron que no fue suficiente.

Maceo era gran aficionado al teatro, y en la noche del 10 de noviembre se pondría en el teatro Variedades la obra Felipe Derblay, representada por el cubano Paulino Delgado, antiguo amigo suyo. Pero también al recinto asistieron españoles complotados en la planificada agresión.

La representación transcurrió con tranquilidad. Los hechos se desencadenaron una vez concluida la función, en las afueras del teatro. Agredidos los cubanos por los españoles, ripostaron el ataque. Si bien no lograron el propósito de eliminar al general Antonio, este resultó herido. El principal agresor, el español Isidro Incera, resultó muerto en los hechos.

La acción fue denunciada por los cubanos. Los intentos del cónsul español de hacer recaer la culpa de lo sucedido en los residentes cubanos en aquel país fue desarticulada por el propio Presidente de Costa Rica.

Este no sería el único ni el último intento de eliminar a Maceo a traición, pues varias veces trataron de acabar con su vida. Pero aquel hombre, al decir de Martí, llevaba “Tanta fuerza en la mente como en el brazo”.

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